viernes, 13 de julio de 2012
El Ogro
En 1979, Octavio Paz publicó un libro de ensayo titulado El Ogro Filantrópico, que hablaba del Estado, ese coloso lleno de brazos y prácticamente inmortal cuyo objetivo declarado es el bien común, del que los ciudadanos desprevenidos esperan que vele por ellos. Pero que, a poco que se escarbe, es un monstruo tendente a la putrefacción que se alimenta de carne humana. Octavio Paz hablaba del PRI mexicano y de su Estado (no hay como separarlos) pero lo mismo podría aplicarse a otros Estados más o menos presentables, en cualquier rincón del mundo.
Desde entonces acabar con el Ogro, o reducirlo a neo-gnomo, se ha convertido en una consigna muy respetable, más aún en tiempos de crisis cuando los funcionarios públicos se convierten en aquello que en la película Casablanca se llamaban sospechosos habituales: qué mejor que recortarles sueldos y aumentarles horas. A fin de cuentas, se trata de los sicarios del Ogro y su sueldo lo pagamos entre todos. Duro con ellos: son ineficientes, arrogantes, corruptos, y tienen la vida asegurada a costa del público. Quién se priva de darles otro palo.
Yo no, desde luego: guerra al Ogro. Lo malo es que puede que nos engañen, que el Ogro haya dejado a un sosias haciendo de payaso de las bofetadas, y anime las bofetadas desde un escondrijo.
Porque me da la impresión de que eso que se llama Sector Privado se parece al Estado como un huevo a otro. La ventanilla se ha convertido en servicio de atención al cliente, el funcionario con manguitos y halitosis en un fantasma telefónico con acento, el vuelva usted mañana en tomamos nota de su reclamación, los Planes de Desarrollo en burbujas, la FET de las JONS en MBA (Master Bussiness Administration), la oposición a cargo vitalicio se ha convertido en fondo de acciones heredado, los monopolios se han convertido en polipolios, y el retrato de Franco, yo qué se, en anuncio con top model.
Le doy un montón de vueltas a un billete de diez euros que tengo ahí a mano y no consigo distinguir si es dinero público o privado. Para distinguirlos, creo, hay que ser muy listo o muy imbécil, porque lo único que puede notar una inteligencia media es que ambos salen de los mismos bolsillos: los polipolios los pagamos todos, la vida asegurada de los rentistas la pagamos todos, el telemarketing que nos acosa lo pagamos todos, los navajeros en la calle, las infraestructuras del ladrillazo y los desastres ambientales los pagamos todos, la publicidad la pagamos todos comprando el producto anunciado o el otro, y así pagamos todos la televisión basura y la basura-basura, y si se llega a instalar el Eurovegas en algún páramo de Madrid también lo pagaremos todos -sólo dos tercios, es verdad- y las propinas pagadas a diputados o presidentes de comunidad autónoma se encajan, IVA incluido, en el precio final del producto y, qué le vamos a hacer, las pagamos todos. Lo único privado que hay en el sector privado son los dividendos.
Claro está que el sector privado lo merece porque lleva una vida heroica, arriesgada y eficiente: matarse a trabajar o ser despedido. Pero hay quien dice que eso sólo ocurre en el piso bajo, como ocurría en ciertos burdeles de Shanghai que tenían un taller de confección en la entrada. Escaleras arriba se encuentra una burocracia como otras burocracias, regida por el mangoneo, la adulación, o la prostitución pura y simple. Hay que reconocer, sin embargo, que su ineficiencia es mucho más eficiente, a la vista está.
Yo, que debo reconocer que soy funcionario, puedo saber algo de eso porque todos mis antepasados trabajaron para ese sector privado: quizás los entusiastas del sector privado no lo sepan porque son hijos y nietos y bisnietos de subsecretarios, ministros, gobernadores, abogados del estado, notarios. El Ogro se ha disfrazado de Pulgarcito, y en su nueva identidad ya no le hace falta parecer filantrópico.
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ResponderEliminarCon el deseo de colaborar a erradicar la televisión basura de todos los países hermanos de habla hispana.
Desde España saludos muy afectuosos,
Maribel Martínez Éder
www.asociacionplazadelcastillo.org
mediatics. consultoría audiovisual on-line