Hace tiempos, cuando la crisis era aún joven, puse en este blog una breve selección de dichos y expresiones idiomáticas brasileñas que podrían adaptarse con facilidad para enriquecer esas conversaciones biliosas sobre la crisis que son el pan español de cada día. Dije en la época que traería otras nuevas, y la excelente salud de la crisis bien lo merece. Ahí van:
Papagaio. Eso, papagayo, pero también cometa, esa que se suelta y se hace planear indefinidamente. Se dice del cheque sin fondos, una institución venerable en Brasil. Nunca entendí por qué emisores inveterados de papagaios seguían recibiendo talonarios; hasta las panaderías guardaban fajos de papagaios por valor de un euro o dos. La popularización de las tarjetas de crédito ha acabado con los cheques, pero no con los papagaios, que ahora son de plástico. Todos los meses recibo alguna oferta de tarjeta de crédito; el vendedor me asegura que es mejor que la que ya tengo porque no estará anclada a mi cuenta corriente. Ah, la banca tiene en el fondo un corazón comunista y entiende que los papagaios salen de un bolsillo en particular pero planearán indefinidamente sobre la cabeza de todos.
Mão de vaca. Avariento, agarrado, porque como se sabe las vacas no pueden abrir la mano. Es un modo insultante de referirse a los partidarios decididos de la austeridad, sugiriendo que la mano es en realidad pezuña y lo que llaman avance es en realidad una estampida.
Dar cano/ entrar pelo cano. Dar cano es engañar, sobre todo incumpliendo descaradamente algo acordado. Entrar pelo cano es meterse en serios problemas, como cuando se da cano a alguien que consigue responder a la altura. Cano es caño, cañería, y se refiere a esas que sirven para dar paso a aguas sucias o suciedades acuosas. Es curioso que el habla brasileña haya escogido esas metáforas de fontanero, pero tienen su sustancia. La imagen del caño es parecida a la del túnel, con la diferencia de que al final del túnel se ve la luz y al final del caño un gran pozo de mierda.
Leão. Se entiende bien, león. En Brasil, la Hacienda Pública, en referencia a aquel dicho latino que traducido rezaba “León me llamo; me quedo con el mejor trozo”. El realismo político brasileño ha hecho que las instancias serias llamen León a la Hacienda y Mordisco del León a la carga impositiva. Incluyendo a la propia Hacienda, que ha bautizado como “carnet-león” un sistema de pago mensual de impuestos, y utiliza el león de vez en cuando en su propaganda institucional. No sé si hay que agradecer tanta franqueza, pero hay que reconocerla.
Rouba mas faz. Roba pero hace, pero funciona. Lema extraoficial de cierto político brasileño, repetido con énfasis por sus votantes. El dicho asume que el robo ya está dado con el cargo, o que el cargo sin el robo no pasaría de una carga, que nadie querría, así que la diferencia entre unos políticos y otros se da por su eficacia, y el énfasis en la honestidad es un modo de querer llamarse a engaño.
Roubar e não poder carregar. Robar y no poder llevárselo, vergüenza suprema de los ladrones que no saben poner un límite a su avidez y caen en manos de la policía mientras critican la infraestructura de transporte. Complementario del anterior, indica que la verdadera inmoralidad del robo está un paso más allá del mero acto de robar. Vastos sectores de la clase política española harían bien en tenerlo en cuenta.
Bode. Macho cabrío, o, en castellano castizo, cabrón. En Brasil sus atributos más conocidos son la carne correosa y el olor nauseabundo. Un bode es también una resaca penosa. Su uso para tiempos de crisis se refiere a una fábula bien conocida: una familia muy pobre de diez miembros se hacinaba en una vivienda de tres por cuatro. Conmovido por los lamentos, el padre se trajo un bode y lo instaló en medio de la única habitación. Durante dos semanas la situación fue insoportable pero cuando el cabeza de familia se llevó por fin el animal todos respiraron aliviados, vieron que la vida es bella y felicitaron al patriarca por su buen gobierno. Lo mejor de la política del bode es que puede ser acumulativa: si ya se tiene uno en el cuarto, siempre es posible traer otro mayor.
Chiqué de polaca. Expresión deprimente sacada de los fondos más cenagosos de la historia sudamericana. A principios del XX, una mafia especializada surtía al Brasil de mujeres del este del Europa, principalmente judías, atraídas con promesas de empleo y obligadas a prostituirse. “Polaca” se tornó sinónimo de prostituta barata, y “chiqué de polaca” es el gesto de recato o dignidad esbozado por quien no tiene condiciones para ello, dada su cotización. Si está cansado de que le llamen soso, el presidente podría usar esa expresión para responder a quienes se quejan de sus medidas de los viernes.
Una nota final: "Safadeza", pronunciado safadesa, significa en portugués desvergüenza, obscenidad. Como tengo el oido hecho al portugués, la primera vez que oí decir que la mayor suspensión de pagos del pasado reciente había sido la de la inmobiliaria Martinsa-Fadesa creí que era una broma. Lo más gracioso es que no lo es.
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