lunes, 23 de septiembre de 2013
Apuntes para un diccionario enciclopédico del mundo del libro
Los rumbos de la industria cultural, y en concreto de la editorial, son a veces difíciles de entender, porque las palabras que los describen cambian de sentido con frecuencia. Después de haber publicado diez o doce libros muy diferentes por medios igualmente muy diferentes, creo que puedo ya ofrecer una modesta contribución a ese campo: un diccionario del que ofrezco aquí algunas primicias, en orden alfabético.
Agente literario: Surgido como abogado del Autor, y transformado después en auxiliar de la Editorial, el Agente Literario ha acabado siendo el representante físico del Lector Medio; en su nombre susurra al oído de la Editorial o del Autor qué es lo que deben publicar o escribir, que casi nunca es lo que el propio Agente, fuera de su horario de trabajo, considera interesante. Es la figura más poderosa del mundo del libro junto con el Distribuidor, pero por los motivos opuestos. La importancia del Agente reside en que no se encarga de nada concreto: no escribe, no invierte, no edita, no encuaderna y, en la medida en que va adquiriendo destreza, no tiene opinión propia.
Autor: Condición innata de los seres humanos en sentido amplio. La autoría consiste en la relación entre un sujeto y lo que él produce, sean textos, patentes o melanomas: los avances digitales han facilitado que el autor dé a público cualquiera de estas producciones, ascendiendo a la categoría de autor publicado. Autor Publicado: Dícese del autor que se queja de la cantidad absurda de títulos que se publican diariamente (doscientos títulos en español al día, según estimativas del sector antes de la crisis).
Best-Seller: Ejemplo de las paradojas cognitivas de los grandes divisores. Desde un ángulo (el de autores que no han escrito best-sellers) el best-seller es algo dado como un montaje; desde otro (agentes, editoriales y lector medio) el best seller se monta como algo dado, o sea como un fenómeno natural, o incluso sobrenatural. El momento en que tiene inicio la vida de un best-seller suscita polémicas semejantes a la de la humanidad del feto: para algunas mentalidades arcaicas, esa condición sólo puede ser efectiva un buen tiempo después del parto; para algunos movimientos pro-vida, por el contrario, el best-seller ya es tal desde el mismo momento de su concepción. Ejemplo: “El jueves, lanzamiento del próximo best-seller de XXX”.
Calidad del libro: a) Para el Autor: atributo definidor de la propia obra, especialmente la no publicada b) Para el agente literario: dato relativo, al que se puede atribuir cualquier valor, equivalente a la incógnita en las ecuaciones matemáticas. c) Para la editorial: todo aquello que resulta secundario en comparación con su propia capacidad de vender el libro. Difundir libros de gran calidad pondría en entredicho la eficiencia de la editorial, que sólo muestra toda su potencia cuando consigue vender cualquier cosa.
Críticos Literarios: Antiguo mandarinato del mundo del libro, despojado de sus responsabilidades y de su poder, pero no de todo su prestigio, por la democratización de la cultura. Equivalente de las viejas aristocracias en los regímenes republicanos, sus miembros se dividen entre reaccionarios nostálgicos y entusiastas del nuevo orden, dueños de acciones de esos grupos editoriales que publican cosas en su opinión imprescindibles.
Derechos de Autor: Canon cobrado por el usufructo de una obra, que remunera el trabajo de agentes, plataformas editoriales, abogados, sociedades de herederos, y, en casos muy excepcionales, autores. Piratería: dícese de la pretensión de sectores del público de usar sin pagar una obra con derechos autorales vigentes; las leyes la prohiben por configurar intrusión en una actividad reservada a profesionales habilitados.
Distribuidor: Al decir de todos los otros actores, verdadero núcleo de poder en el mundo del libro. Ese poder reside en que controla los recursos estrictamente físicos (volumen, espacio, peso, tiempo) de un universo dominado por la insoportable virtualidad del ser digital. Los otros actores se esfuerzan en dotar a sus libros de ventajas impalpables, pero el distribuidor dice la última palabra levantando en la puerta de las librerías murallas macizas de cualquier cosa que quiera vender. En razón de la estabilidad química del libro físico -que no se pudre ni agria, y sólo se quema si algún otro distribuidor le ayuda- los distribuidores se benefician de una ignorancia cuanto más crasa mejor. Un distribuidor de cebollas o fertilizante necesitará de un grado de discernimiento que en un distribuidor de libros sólo serviría como desvío de atención. Si, como se rumorea, la distribución de libros en España es controlada por la mafia rusa, eso debe atribuirse exclusivamente a su desconocimiento del alfabeto latino.
Editor: Émulo de Dios en el mundo del libro. Al igual que su equivalente religioso, se rumorea que ha muerto. Deplorado tradicionalmente por su autoritarismo, o sea por aspirar a un punto de vista absoluto, en la actualidad es recordado con nostalgia por muchos que estiman que en el mundo del libro falta cualquier punto de vista propiamente dicho.
Editorial: Originalmente creada como empresa productiva y con fines de lucro, la Editorial se ha convertido a lo largo de estas últimas décadas en una empresa del sector de servicios y con fines de subsistencia. En otras palabras, antes le vendía al público los libros de los autores, ahora le vende público a los autores de los libros. Editorial de Auto-Edición: aquella que asume sin coartadas su nueva condición de prestadora de servicios. Gran Editorial: Aquella que aún llega a vender libros al público, por medio sea de su poderosa infraestructura, sea de su habilidad para venderle público a autores capaces por sí solos de vender sus libros. Editorial Universitaria: Editorial especializada en tareas complejas: con costos de producción mínimos (sea por subvenciones, sea porque no paga a la mayor parte de sus colaboradores) y un público cautivo, la editorial universitaria debe alcanzar los precios más altos del mercado sin abdicar de ser deficitaria. Las editoras universitarias británicas son, en este sentido, una cima difícil de igualar. En las últimas décadas, las editoras universitarias han empezado a interesarse por libros de mayores posibilidades comerciales, sin renunciar por ello a su férrea voluntad de no venderlos. Editorial Independiente: Desvío fundamentalista de la labor editorial; interpretación literal del papel cultural de las editoras.
Lector: Entidad-blanco del mundo del libro. Oficio en vías de extinción, por lo pronto no remunerado. Alter-ego samaritano o cooperativo del autor, que lee libros de otros por compasión, o a la espera de compensación. Lector Medio: Centro virtual del negocio de la edición. No existe físicamente, pero los lectores reales son llamados a encarnarlo al grito de “aclamado por más de diez millones de lectores en todo el mundo”. Ocupa, en el mundo del libro, un lugar semejante al de la conclusión del tubo digestivo en el reino animal: no existe en sí como órgano, pero confluye hacia él lo que producen todos los otros órganos.
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